Algunas tiendas vale la pena visitarlas, y las de Patrick Roger se encuentran entre ellas. Yo mismo estaría dispuesto a viajar cientos de kilómetros con tal de sumergirme en la atmosfera única que exuda cada uno de sus puntos de venta, razón por la que no pude evitar regalarme una visita a la tienda en el Marais de París que la pandemia de Covid me había negado previamente. Esta tienda es un ejemplo para todos los vendedores minoristas, ya que convierte a los viandantes en clientes. Es aquí donde empieza la experiencia de cliente de la marca.
El local se encuentra en el número 43 de Rue des Archives, y la zona de venta está ocupada casi por completo por una amplia mesa de metal (firmada por Patrick Roger) cubierta a su vez por una lámina de cristal. Los productos se presentan entre esas dos capas, quedando completamente a la vista pero aun así protegidos (una idea muy inteligente). Y tiene, por supuesto, la gama de colores de la marca.
Contrariamente a lo que se hizo en la tienda de Bruselas, ya no se puede comprar producto a peso (una razón importante tras la decepción que se ve en Google entre los clientes fans de un chocolate en concreto… como yo ?). A partir de ahora, solo puede adquirirse cajas ya preparadas. El Covid es el responsable. Pero el cliente tiene mucho donde elegir y, puesto que todo está bueno, habría que ser muy picajoso para no encontrar algo que te guste.
Volviendo a la decoración de la tienda, en mi opinión lo más remarcable de Patrick Roger es su capacidad de reinventar su universo alrededor de sus dos colores preferidos. No hay dos tiendas iguales, y cada una de ellas propone una experiencia de cliente única basándose en una atmosfera y decoración cambiantes. Durante mis visitas en febrero y marzo de 2022, dos enormes esculturas de chocolate que sin duda celebraban el Carnaval llamaban la atención de todos los que pasaban por allí.
Patrick Roger es un genio del marketing en su habilidad para usar los elementos visuales de sus puntos de venta para captar la atención de los compradores y hacer que caigan enamorados. Ya que otra característica de sus tiendas es su organización maravillosa y meticulosa de los productos, es una puesta en escena que resulta irresistible. Y una vez que has probado el chocolate de Patrick Rogers, ya no hay vuelta atrás.
Yo mismo fui testigo de cómo se iniciaban ante mis ojos varias experiencias de cliente. Estos entraban por pura curiosidad, atraídos por la estética de la tienda, y se marchaban con productos bajo el brazo.
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